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Lo más común es que al cambiar establecimiento asistencial, se deban repetir exámenes u otras pruebas, lo que incrementa el gasto de bolsillo, además de retrasar, en muchos casos, la obtención de un diagnóstico oportuno y el inicio de tratamiento.

Fuente: Mario Mercier y Max Chávez de El Mercurio

Todos los datos médicos de una persona -la llamada ficha clínica, en la que se incluyen las consultas, resultados de exámenes, imágenes y diagnósticos – son propiedad de esta, según establece la Ley de Derechos y Deberes de los Pacientes.

Pero no es el usuario quien maneja esta información, sino que la data está en el sistema informático del recinto en el cual se atiende. El problema es que cuando una persona decide cambiar de prestador, el nuevo no tiene acceso a esos datos. Y aunque estos pueden ser solicitados, el trámite es ampliamente desconocido, a veces engorroso, y lo más común es que el paciente termine repitiéndose exámenes u otras prestaciones, lo que suele significar retrasos en tratamientos y diagnósticos, y un gasto para el usuario.

»Es una gran pérdida de tiempo andar detrás de la información personal, aumenta los gastos en exámenes innecesarios que ya están realizados y que muchas veces los médicos piden repetir. Lo más importante es que el diagnóstico termina retrasándose. Con la información actualizada, el médico tratante puede actuar con mucha más celeridad en encontrar un diagnóstico oportuno», expone Bernardino Fuentes, presidente de la Fundación Carlos Quintana de Crohn y Colitis ulcerosa.

No son situaciones excepcionales, pues en un escenario de abultadas listas de espera en el sistema público profundizadas durante la pandemia, y con el término de convenios y la inestabilidad de prestadores privados a raíz de la crisis de las isapres, cada vez es más usual que los pacientes busquen cambiarse de recinto de atención.

Es el caso de Daniel (56), quien comenta que »mi isapre cortó convenio con mi clínica, y se me hacía muy complejo seguir atendiéndome ahí. Pero resulta que cuando me quise cambiar me di cuenta de que tenía que volver a hacerme un montón de exámenes que ya me había hecho, porque mi nuevo doctor no tenía mis resultados. No es solo una pérdida de tiempo, es un gasto bastante importante que no puedo hacer ahora».

Gonzalo Tobar, presidente de la Alianza Chilena de Agrupaciones de Pacientes, asegura que tal como Daniel, »mucha gente ni siquiera sabe que puede pedir su ficha y que deben pasársela».

»Cuando una persona quiere portar esos exámenes, resultados, estudios clínicos, debe acercarse a la clínica u hospital y solicitar una copia de la ficha. Ahí, dependiendo del largo del historial y del recinto, te la pueden pasar en el momento, o muchas veces te piden volver cinco días más tarde y traer un pendrive para que te la traspasen, y eso llevarlo al otro prestador. Pero eso es para que el médico que te atiende en otro recinto pueda revisarla, pero esos datos no van a quedar guardados en el nuevo prestador», aclara Tobar.

El presidente de la Alianza Chilena de Agrupaciones de Pacientes advierte que estos ejemplos son en el caso de consultas programadas, »pero si tienes un accidente y te llevan a un hospital, nadie va a saber tu historial, eso es complejo. Entonces, es súper importante que el paciente tenga acceso directo a su ficha y que sea interoperable entre los distintos recintos de salud».

Un sistema interoperable

La imposibilidad de acceso a la ficha clínica de distintos prestadores, privados e incluso entre hospitales de la red pública, se debe a que el país aún no cuenta con un sistema que permita la »portabilidad» de la ficha.

Según el exministro de Salud Jaime Mañalich, hay dos elementos relevantes a considerar. »Lo primero es que, en la práctica, muchos centros de salud, municipios y hospitales han contratado el desarrollo de sus propias fichas clínicas que no interactúan con las fichas electrónicas que han desarrollado otros sistemas. Hay toda una inversión que se ha hecho con la mejor intención, pero que en realidad significa una imposibilidad absoluta de que los datos que están en un lugar se lleven a otro», señala.

También advierte que »la confidencialidad de los datos, en estos casos, es muy delicada». Por lo mismo, Mañalich postula que para avanzar »se necesita una voluntad financiera y política, así como establecer una plataforma que tenga compatibilidad para conversar desde un centro asistencial a otro, con altos niveles de seguridad».

Trámite legislativo

En marzo del año pasado, los senadores socialistas Juan Luis Castro y José Miguel Insulza, Francisco Chahuán (RN), Javier Macaya (UDI) y Matías Walker (Demócratas) presentaron un proyecto para hacer efectiva la interoperabilidad de fichas clínicas online, independiente del prestador del paciente.

Castro, quien además es presidente de la comisión de Salud, sostiene que actualmente hay »una situación caótica, porque cada servicio de salud tiene un software distinto y no hay capacidad de hacer rastreo de la información. En conclusión, el paciente tiene que andar con una bolsa de exámenes de todo tipo y de todos lados, para intentar reconstruir su historial».

Así, el proyecto busca la intercambiabilidad de la ficha para que el paciente pueda llevarla donde estime, a través de un chip o un documento encriptado, bajo su consentimiento.

Al respecto, la presidenta del consejo médico de Clínicas de Chile, Liliana Escobar, señala que »visualizamos el proyecto como algo positivo y necesario en su concepto general. Pero, sin lugar a dudas, la aplicabilidad y la fórmula para materializarse es fundamental en determinar si será capaz de cumplir con el objetivo de proveer de información médica necesaria y oportuna».

Escobar agrega que es necesario »definir la gobernanza del sistema y clarificar la gradualidad de aplicación al iniciar su operación entre prestadores institucionales y, posteriormente, a los individuales. Se debe determinar también el rol del paciente en relación a la información depositada en esa plataforma y las responsabilidades en cuanto al manejo de la información».

El proyecto fue aprobado por unanimidad en la comisión de Salud de la Cámara de Diputados y será discutido por la Sala en marzo, con suma urgencia, donde, todo indica, contará con el apoyo transversal.

Así lo anticipa la exministra de Salud y diputada Helia Molina (PPD), quien considera que la interoperabilidad »resulta más que necesaria y dotaría al sistema de salud de mayor integralidad y pone en el centro de la gestión al paciente».





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