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La balanza ministerial en el Gobierno está a punto de cambiar y es fácil anticipar cuáles serán los principales ganadores en la lista de nuevas designaciones. Existe consenso en el oficialismo en que es muy probable que los partidos del Socialismo Democrático (PS, PPD, PR, PL) aumenten el número de subsecretarías y que, con ello, cambien los equilibrios en el Gobierno. En medio de estos aires de cambio, Revolución Democrática (RD) es la colectividad que vuela con menos viento a favor. 

En La Moneda señalan que hay consenso en la necesidad de cambiar algunas carteras sectoriales y entre las más nombradas se halla el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio encabezado por Julieta Brodsky (Convergencia Social). Si bien nadie apunta a RD como el más posible afectado por los cambios, es evidente que esta colectividad que nació el 2012, en los albores del movimiento estudiantil, no se encuentra en situación de salir a solicitar mayor peso en el gabinete, cuando uno de los ministros cuestionados es su fundador y actual titular de la cartera de Desarrollo Social, Giorgio Jackson. 

Otro que sufre el cuestionamiento de Palacio es el ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, aunque últimamente se ha señalado que se habría optado por mantenerlo en el cargo y fortalecerlo reforzando la subsecretaría. Los problemas del ministro Ávila comenzaron el año pasado, cuando anunció una semana adicional de vacaciones, pero con la posibilidad de que los padres mandaran a sus hijos a los colegios, sin anticipar la molestia que esta medida provocaría. Este anuncio produjo críticas inmediatas desde el Colegio de Profesores, desde donde le advirtieron que “no somos guardería. Esto de venir (a trabajar), porque hay que cuidar algunos niños, no está en nuestro contrato de trabajo”, sostuvo Carlos Díaz, presidente de la organización. 

Otro impasse del titular de Educación fue el anuncio de la rebaja del financiamiento de los Liceos Bicentenario, polémica en la que tuvo que salir a desdecirse, además de rectificar que estos establecimientos seguirían existiendo con el financiamiento del Estado. A fines de año, y además de distintos vaivenes en la prensa con otras autoridades educativas, Ávila figuró como posible cambio en el gabinete; sin embargo, hoy, parece estar más lejos de aquello debido al aumento de su aprobación. 

En este escenario, el ministro de Desarrollo Social y figura clave de RD, Giorgio Jackson, enfrenta este posible cambio de gabinete como uno de los eslabones débiles del Gobierno del Presidente Gabriel Boric. Todos coinciden en que su peor momento fue cuando encabezó el Ministerio Secretaría General de la Presidencia, porque nunca logró establecer una buena relación con los parlamentarios y el Senado terminó siendo su peor enemigo, al punto que se especuló que, si la acusación constitucional en su contra prosperaba en la Cámara Baja, en la Cámara Alta iba a ser complejo detener su destitución. 

Para fortuna del ministro –y del Gobierno– dicha acusación no prosperó por la ausencia de los votos necesarios en la Cámara de Diputadas y Diputados No obstante, según reveló La Tercera, el estilo de Jackson ha generado preocupación en el Mandatario, lo que habría motivado que le llamara la atención por el tono que utiliza en sus redes sociales. 

Pero los problemas del ministro Jackson vinieron antes de ese primer cambio de gabinete que lo sacó de la Secretaría General de la Presidencia. Uno de los momentos álgidos fue cuando declaró, en un programa de Twitch, que “nuestra escala de valores dista de la generación que nos antecedió”. La frase cruzó el Parlamento desde el PPD hasta el Partido Republicano, desde donde salieron a decirle que pecaba de superioridad moral. 

Hoy son justamente los estándares morales los que se toman la agenda del día y ponen en problemas a RD. La polémica nació en la farándula, protagonizada por la diputada RD Maite Orsini, pero el problema terminó instalado en el terreno político. El escándalo comenzó luego que la modelo Daniela Aránguiz, exesposa del futbolista Jorge Valdivia, contara en un matinal que la diputada “habla con fiscales para sacar a gente de detención y le hace desaparecer los papeles”. Orsini desmintió categóricamente tales hechos y anunció acciones legales al respecto. 

Pero el desmentido no era tan categórico, pues apareció la general de la Dirección de Derechos Humanos de Carabineros, Karina Soza, confirmando a la prensa que la diputada Orsini la había contactado para solicitarle que hablara con el exfutbolista Valdivia, por ciertas irregularidades en un control de identidad que terminó con el exdeportista en la 37° Comisaría de Vitacura. 

El histórico 10 de La Roja habría hablado con la diputada para contarle su traslado a la comisaría y ella habría advertido que la detención no se ajustaba a derecho y que habrían ocurrido algunos apremios ilegítimos en el procedimiento policial. En ese contexto es que Orsini habría llamado a la general Soza, porque “habría habido una vulneración de los derechos a Jorge Valdivia”. Al conocerse las gestiones de Orsini, la diputada defendió su proceder señalando que “cualquiera tiene derecho a reclamar por un procedimiento” y contó que ella se había autodenunciado en la Fiscalía con el objeto de que la justicia confirmara que no existió ningún acto de corrupción. 

El senador y presidente de Revolución Democrática, Juan Ignacio Latorre, declaró que los principios de probidad y transparencia del partido “siempre van a guiar nuestras acciones y, en ese sentido, valoramos que la propia diputada se autodenuncie al Ministerio Público y que hoy día la investigación esté en manos de esa instancia para aclarar si es que acá hubo una falta, una irregularidad, un eventual delito, o no”. Además, agregó que la última palabra está en manos del Ministerio Público: “Nosotros vamos a respetar y respaldar que la diputada pueda poner todos los antecedentes a disposición. Creo que este caso no tiene nada que ver con el eventual cambio de gabinete”, puntualizó ayer a El Mostrador.

El timonel de RD también ha sido protagonista de los problemas que ha tenido dicha colectividad en el Gobierno, como cuando –en una entrevista a El Mercurio en octubre del año pasado– le mandó a decir a la dirigencia de Socialismo Democrático que son ex Concertación, lo siguiente: “No vengan a decir cómo gestionar una coalición, en su momento (en la Concertación) también tuvieron crisis”.

Los problemas que generaron las palabras de Latorre obligaron a la ministra vocera, Camila Vallejo (PC), a salir a declarar inmediatamente que “ningún partido por separado gobierna, ninguna coalición por separado logra gobernar, nos necesitamos a todos y a todas en nuestra diversidad y por eso es tan importante para nosotros hacer ese llamamiento desde el Gobierno a la unidad”. 

Luego de esas declaraciones y tras un comité político al que asistió, el senador Latorre salió a desdecirse y asumió su error: “Acojo el llamado que hace la ministra vocera Camila Vallejo a la unidad de los partidos que sustentan al Gobierno. Necesitamos construir una nueva síntesis intergeneracional”. 

Otro RD que está cuestionado en La Moneda es el director de la Secretaría de Comunicaciones (Secom), Pablo Paredes, debido al manejo comunicacional sin resultados en la popularidad del Presidente Gabriel Boric y a sus dificultades para relacionarse con el equipo de prensa del Mandatario.

Esta lista de incomodidades y traspiés que le ha generado Revolución Democrática al Gobierno es lo que hace pensar en el oficialismo que la colectividad de Jackson posiblemente no termine siendo favorecida en un eventual cambio ministerial. 

Y en RD existe preocupación respecto a que estos errores no forzados puedan contribuir al debilitamiento de la colectividad en momentos en que el partido del Presidente, Convergencia Social (CS), solo parece ganar terreno y fortalecerse dentro del oficialismo. En tal sentido, uno de los peores escenarios que puede tener la colectividad es que se concrete el cambio del ministro Jackson, porque sería la segunda vez, en menos de un año, que lo sacan de un ministerio. Así, a Revolución Democrática solo le queda mirar con cautela la posibilidad de un eventual cambio de gabinete.

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