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Una historia de esfuerzo y de saber levantarse tras sucesivos errores y caídas, así ha sido la carrera política de Álvaro Elizalde (Talca 1969, casado, católico practicante, dos hijos). El tropiezo político más reciente fue cuando, siendo ya presidente del Partido Socialista (PS), encabezó la jugada para ungir al exmilitante radical Alejandro Guillier como candidato a la Presidencia de la República de su colectividad, en lugar del ex Mandatario socialista Ricardo Lagos Escobar. El resultado de esa decisión fue que, en la segunda vuelta presidencial, Sebastián Piñera se alzó con el 54,58% de los votos, mientras Guillier obtuvo el 45,42%, más de 9 puntos de diferencia, lo que fue considerado una seria derrota para la izquierda.

Ahora, Elizalde abandona su puesto de senador en el mejor momento de su carrera, luego de haber presidido el Senado y tras protagonizar el Acuerdo por Chile para la nueva Constitución, junto al presidente de la Cámara de Diputadas y Diputados, Vlado Mirosevic. El protagonismo que tuvo en la ceremonia del 12 de diciembre pasado en el edificio ex Congreso Nacional le garantizó un lugar importante en la política contingente, por haber liderado el proceso que definió el Consejo Constitucional, Comisión Experta, Comité Técnico de Admisibilidad y el itinerario del nuevo proceso constitucional. Aunque fueron varios los responsables de este logro, el protagonismo que le daba el cargo de presidente del Senado lo ubicó como rostro de la nueva ruta constituyente.

Son esos meses a la cabeza de la Cámara Alta los que habrían terminado por acercar a Elizalde al Presidente Boric. En La Moneda cuentan que “hoy el Mandatario considera a Elizalde un estadista, es una de las personas que más escucha y era el candidato natural que tenía para que asumiera la Secretaría General de la Presidencia”. La decisión la tomó a pesar de que implicaba romper la regla de paridad que había jurado respetar a principios de su Gobierno. Como dijo la ministra de la Mujer, Antonia Orellana, “el gabinete dejó de ser paritario, parece que es un hecho indesmentible”.

Otro antecedente fundamental para entender la cercanía del nuevo ministro con Boric, es el rol que jugó Elizalde en las primarias para las elecciones presidenciales del 2021. En esa oportunidad, el PS levantó como precandidata presidencial a la entonces ministra Secretaria General de Gobierno, Paula Narváez, considerada la carta de Bachelet para competir con Piñera. Al interior del Partido Socialista fue un secreto a voces que la candidatura de Narváez nunca tuvo el apoyo económico y político del timonel del partido, y apenas ella quedó fuera de carrera, Elizalde partió raudo a entregarle su apoyo a Boric para la segunda vuelta presidencial. Esta jugada fue el inicio de una serie de gestos destinados a acercarse al actual Mandatario, quien en un primer momento desconfiaba de Elizalde por verlo como un claro representante de la máquina concertacionista y del PS.

Como senador le fue mejor

Elizalde abandona su puesto de senador faltando tres años para terminar su período y con el riesgo de que, si fracasa en la Segpres, quedaría fuera de la contingencia política. Llegar al Parlamento no fue fácil para él, intentó varias veces ser diputado o senador, pero no logró contar con el apoyo de la dirigencia del PS. Su primer intento fue en la elección de diputados del 2001, donde compitió en el distrito 28, considerado un enclave socialista en la Región Metropolitana (San Miguel, Lo Espejo, Pedro Aguirre Cerda, San Miguel), pero fue derrotado por Darío Paya (UDI), que obtuvo 32% de los votos, y Rodolfo Seguel (DC) que alcanzó 27%, mientras Elizalde quedó bien atrás con un 18%.

Su llegada al Senado no estuvo exenta de problemas, logró instalarse en la Cámara Alta tras una compleja elección en la circunscripción 9 de la Región del Maule, donde los primeros cuatro ganadores fueron Juan Antonio Coloma por la UDI (15,85%), Juan Castro por RN (14,73%), Ximena Rincón por la DC (10,48%) y Andrés Velasco (10,50%). El sistema electoral no permitió que el economista y exministro de Hacienda asumiera como senador y finalmente terminó arribando Álvaro Elizalde (8,46%) al Senado, además de Rodrigo Galilea por RN (7,63%).

En el mundo socialista reconocen que un elemento relevante para que Elizalde consolidara algún nivel de liderazgo fue haber logrado encabezar el Partido Socialista el 2017, tras competir con el alcalde de la comuna de Independencia, Gonzalo Durán. Existe coincidencia entre los socialistas respecto a que en esta carrera fue muy importante el rol de su esposa Patricia Roa, militante con muchas habilidades para manejar la máquina del PS y con múltiples contactos en el mundo político exconcertacionista y de la derecha tradicional (RN, UDI). “Paty Roa es la principal responsable de los logros políticos de Elizalde. Ella es una persona muy inteligente que siempre trabajó cerca del exministro del Interior José Miguel Insulza, y desde los 90 asesoró en temas laborales a los distintos gobiernos de la Concertación”, explican en el PS. Actualmente, Roa no participa directamente en la contingencia política del país y es funcionaria internacional con el cargo de Oficial de Programación en la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para el Cono Sur, con sede en Santiago.

Tanto Álvaro Elizalde como Patricia Roa pertenecen al sector tercerista del Partido Socialista, que encabeza el exministro del Trabajo de Ricardo Lagos y expresidente de TVN en el último Gobierno de Michelle Bachelet, el economista Ricardo Solari. A diferencia de su esposa, a Elizalde le costó lograr entrar a los gobiernos de la Concertación, lo que recién logró el año 2005, al final de la administración de Ricardo Lagos, cuando asumió como subdirector de la Superintendencia de Seguridad Social. Luego, en el primer mandato de Michelle Bachelet siguió trabajando en Seguridad Social, pero ahora como jefe, encabezando la misma Superintendencia de Seguridad Social durante los dos últimos años del Gobierno (2008-2010). Estos cargos poco relevantes no le permitieron contar con los niveles de exposición y roce político necesarios para despegar. En su círculo cercano explican que fue en esos años que se dedicó a terminar su carrera de Derecho en la Universidad de Chile.

La última es la vencida

Al dejar esos cargos en la Superintendencia de Seguridad Social, Elizalde decidió entrar de lleno a la vida partidaria y empezó a correr para liderar el Partido Socialista. Su primer intento fue el 2010, pero Osvaldo Andrade, del sector Nueva Izquierda, se impuso holgadamente a la cabeza de la colectividad. En esa oportunidad, Elizalde también intentó ser secretario general del partido, sin embargo tampoco pudo, porque le ganó Fulvio Rossi, y tuvo que conformarse con el cargo de primer vicepresidente de la tienda. El 2013 intentó otra vez ser timonel del socialismo chileno, pero nuevamente fracasó en el intento, porque Andrade fue reelecto en el cargo con amplia mayoría. La buena noticia para Elizalde fue que esa vez sí logró asumir la secretaría general de la colectividad.

Tras todos estos intentos fracasados por hacerse de la presidencia del PS y llegar al Parlamento, Elizalde decidió apostar todo a involucrarse con el bacheletismo, en momentos en que resultaba evidente que Michelle Bachelet sería por segunda vez Presidenta de Chile. La estrategia fue integrarse al comando de campaña de la entonces candidata presidencial, donde rápidamente ascendió a vocero del comando, primero junto a la abogada y exministra Romy Schmidt (PPD). Para la segunda vuelta electoral hubo cambio en el equipo, pero se mantuvo Elizalde, que empezó a compartir vocería con Javiera Blanco, y ambos lograron ir ganando relevancia en el hermético círculo del bacheletismo.

El triunfo holgado de Michelle Bachelet en las elecciones presidenciales del 2013 significó la entrada triunfal de Álvaro Elizalde al gabinete, donde le correspondió asumir el rol de ministro vocero a cargo de la Secretaría General de Gobierno y, además, ocupar un asiento en el Comité Político de La Moneda. Desde esa posición, todo parecía dispuesto para crecer políticamente y poder volver a incursionar con éxito en la dirigencia del partido, junto con pavimentar el camino para llegar al Parlamento. La ilusión, empero, duró poco.

La carrera política de Elizalde en el comando estuvo adosada a la de Rodrigo Peñailillo y eso le permitió tener poder en el gabinete que este último encabezó como ministro del Interior. Peñailillo y su equipo mandaron sin contrapeso durante el primer año del segundo Gobierno de Bachelet, pero el escándalo del financiamiento ilegal de la política y la aparición del Caso Caval sellaron la salida inmediata, sin pena ni gloria, del propio Peñailillo y su compañero Álvaro Elizalde, en su caso por pobre desempeño como vocero gubernamental.

Es a partir del ostracismo en que lo dejaron el fracaso en la vocería de Gobierno y los escándalos políticos, que Elizalde, desde el cargo de director del Instituto Igualdad del PS, empezó nuevamente a trabajar para levantarse y volver a tener algún rol en la política nacional. Es en este momento que comienza a tomar las decisiones acertadas que lo llevaron al lugar que ocupa hoy en La Moneda.

Siempre apoyado por su esposa Patricia Roa, el primer éxito de Álvaro Elizalde en esta nueva etapa fue lograr, finalmente, ser presidente del Partido Socialista en las elecciones de marzo del 2017, desplazando al alcalde de Independencia, Gonzalo Durán. Tras el triunfo de Elizalde en los comicios internos de la colectividad, el 2020 Durán renunció al PS con duras críticas a la nueva dirigencia partidista y se fue con otros destacados militantes a formar el movimiento Unir. Actualmente, Gonzalo Durán es militante de Convergencia Social, el partido del Presidente Boric.

Problemas serios

En esta larga y finalmente fructífera carrera política, Elizalde ha tenido que enfrentar numerosos problemas que, en algunos casos, han implicado manchar su hoja de vida. Entre estos estuvo su vinculación al otorgamiento, durante el Gobierno de Ricardo Lagos, de Becas Valech a la Universidad Bolivariana, relacionada con su familia y donde su padre ocupó importantes cargos, hasta llegar a ser rector de dicha casa de estudios.

Pero el caso más complejo para el nuevo ministro fue el del exalcalde de San Ramón, Miguel Ángel Aguilera, que tuvo que abandonar el Partido Socialista después que se conociera su cercanía con personas vinculadas a bandas de narcotraficantes de dicha comuna, los que trabajaban y colaboraban en la municipalidad. El día de la renuncia de Aguilera al PS, sus cercanos empezaron a gritar a las afueras de la sede del partido: “Elizalde, ¿de dónde sacaste la licencia? ¡La licencia la obtuviste en San Ramón!”, intentando mostrar que el timonel de la tienda era cercano a Aguilera. Mal que mal, Eduardo Bermúdez, el jefe de gabinete del entonces alcalde, fue siempre parte de la lista de Elizalde en el PS. El otrora jefe comunal hoy está imputado por los delitos de enriquecimiento ilícito, cohecho y lavado de activos, que habría perpetrado entre 2012 y 2017.

Otro caso complejo fue en junio del 2019, cuando Álvaro Elizalde fue a dejar a su casa en Ñuñoa a la militante socialista Nicole Cardoch (actual subsecretaria de la Segegob) y sufrió el violento robo de su automóvil. El problema no fue el robo del auto, sino que también le sustrajeron una bolsa con más de un millón de pesos en billetes. La explicación del entonces senador fue que ese dinero era para ayudar a una persona y el caso nunca se investigó.

El elemento más complicado y reciente que involucró al senador fue que liderara la campaña para que Ángel Valencia encabezara el Ministerio Público cuando ambos son padrinos de sus respectivos hijos y reconocen ser muy cercanos. Un abogado y académico de la Universidad de Chile explica la gravedad de esta situación señalando “en este caso Elizalde demostró que él privilegia su interés personal sobre el interés general. Eso es muy delicado en momentos que la clase política tiene bajos niveles de aprobación, está involucrada en numerosos casos de financiamiento irregular de la política y la gente espera un Ministerio Público independiente que fiscalice con dientes la actividad política”. El nombramiento de Ángel Valencia como Fiscal Nacional fue visto como una movida estratégica para evitar que la justicia fiscalice a apolítica.

La carrera política de Álvaro Elizalde comenzó en 1989 cuando siendo un joven militante de la Izquierda Cristiana logró ser vicepresidente del centro de estudiantes de Derecho de la Universidad de Chile. Han transcurrido 34 años y sus caídas, fracasos y problemas que ha enfrentado son innumerables pero siempre ha logrado pararse. Quienes lo conocen dicen que esta es su última gran apuesta política por llegar a la cúspide de la política chilena, como dijo el senador Karim Bianchi molesto porque el senador dejara su puesto para irse a La Moneda “Elizalde imagino privilegia su afán personal, su afán de ser candidato presidencial”.

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